Rudolf Steiner - Un iniciado moderno.
El propósito y la misión de la vida de Rudolf Steiner (1861-1925), principalmente manifestado en la fundación de la Antroposofía o Ciencia del Espíritu, fue la adquisición y perfeccionamiento del conocimiento del mundo espiritual, para su transmisión a la humanidad como imperiosa necesidad de la época actual, mediante el desarrollo consciente de las facultades que “dormitan en el interior de cada ser humano” y que han de ser adquiridas en un esfuerzo consciente.
Por Andres Piñan – mimbro de la sociedad Biosófica | |
Casi todas las biografías y escritos sobre la vida y la obra de Steiner coinciden en señalar que, además de ser un filósofo, teólogo, pedagogo, una autoridad en Goethe, experto en agricultura, dramaturgo, innovador artístico y arquitecto, disciplinas en cada una de las cuales hubiera merecido reconocido prestigio, podía percibir el mundo espiritual que existe detrás del mundo físico, motivo por el que posiblemente haya sido tan menospreciada su ingente obra , (unos 40 libros y mas de 6000 conferencias), en una época primordialmente caracterizada por un fuerte materialismo cientificista, como es la correspondiente al último tercio del siglo XIX y principios del XX. Podía valerse de su desarrollada intuición para descubrir la realidad espiritual detrás de los fenómenos físicos visibles, fruto de su trabajo y de la disciplina de sus facultades. Los que avanzan en el estudio de las enseñanzas transmitidas por Steiner reconocen, por lo general, que realmente conocía de lo que estaba hablando y que poseía genuinos dones espirituales, sintiendo que el mundo comienza a tomar un nuevo sentido en lo que respecta al lugar que el hombre ocupa en el mismo y las labores que se han de desarrollar en la actualidad y en el futuro. Toda la obra de Steiner está encaminada a que los que se introducen en la misma desarrollen nuevas facultades anímicas mediante un trabajo personal interior, al menos ese era su propósito, en una actitud, no de aceptación o rechazo, sino libre de prejuicios para la recepción de las revelaciones del mundo espiritual, con mente y corazón abiertos, vivificándolas en los pensamientos y sentimientos. Los que le conocieron personalmente han dado testimonio de que fue un hombre de gran bondad y amabilidad, siempre dispuesto a ayudar a sus semejantes y al servicio de la humanidad, carente de arrogancia y orgullo, un auténtico iniciado moderno al servicio del Cristo. Su evolución espiritual Podemos intentar acercarnos a la figura de Steiner destacando algunos aspectos de su evolución espiritual, siguiendo las vivencias que él mismo recoge en su inconclusa autobiografía (El curso de mi vida ,1924-25) hasta 1906, que no pudo terminar por su fallecimiento. Según manifiesta, ya en su infancia distinguía entre cosas “que se ven” y cosas que “no se ven”, sentía que debía acercarse a la Naturaleza a fin de encontrar la correcta posición del mundo espiritual, del que tenía una percepción congénita. Afirma que, ya desde niño, vivía en el mundo espiritual como la cosa mas natural del mundo, teniendo en cambio que esforzarse muchísimo en todo lo referente al conocimiento del mundo externo, en el que tuvo un desarrollo muy lento. En su juventud pensaba que sólo podía tener certeza de la experiencia del mundo espiritual por medio del alma, si con su pensar podía penetrar hasta la esencia de los fenómenos naturales. Con la lectura de la “Crítica de la razón pura” de Kant, quiso llegar, en su espíritu juvenil, a comprender cómo la razón humana puede adquirir una verdadera concepción sobre la esencia de las cosas, desarrollando una forma de pensar con claridad, sin dejarse influenciar por sentimientos indefinidos. Ya entonces sentía que el pensar podía ser desarrollado como una fuerza que capta realmente las cosas y procesos del mundo, y con ello intentar demostrar que era real lo espiritual que obraba en el pensar humano. A través del estudio de las ciencias naturales quería penetrar en la Naturaleza, partiendo de la contemplación de la actividad del propio Yo humano, para lograr un verdadero conocimiento. Tenía la certeza de la existencia de un mundo de seres espirituales y la clara visión de que el Yo, que es también espíritu, vivía en un mundo de espíritus, y que mediante un trabajo consciente podía expresar sus “videncias” del mundo espiritual en forma de “pensamientos”. El mundo espiritual era verdaderamente “realidad” para Steiner; en las personas veía la individualidad espiritual que se manifestaba en su corporeidad física y podía seguir a quien fallecía en su camino hacia el mundo espiritual. La vida del pensar se le manifestaba, cada vez mas, como un reflejo de lo que el alma vivenciaba en el mundo espiritual. El estudio de las Matemáticas fundamentó sus aspiraciones cognoscitivas, ya que comprendió que contienen un sistema de conceptos e ideas “obtenido con independencia de toda experiencia sensorial externa”. No obstante, no deseaba que sus intuiciones de lo espiritual fueran un estorbo para el conocimiento de las ciencias naturales, guardando en el fondo la esperanza de que algún día se unieran con el conocimiento espiritual. Al trascender los pensamientos abstractos comunes hacia las percepciones espirituales, el hombre vive en una realidad alejada de la conciencia común. La percepción espiritual percibe al Espíritu al igual que los sentidos perciben a la Naturaleza. El alma de Steiner, a los 22 años, se encontraba ante una percepción que no dependía de un oscuro sentimiento místico, sino que se desarrollaba en una actividad mental comparable, por su transparencia, con el pensamiento matemático. Tenía plena fe en la esencia espiritual del mundo frente a las razones materialistas, que, presuntamente, derivaban de las ciencias naturales. Según manifiesta, ya de joven tuvo que reunir todos sus conocimientos para refutar los argumentos extraídos del pensar materialista contra la concepción espiritual del mundo. Steiner veía en el alma del pueblo un verdadero ser espiritual que vive en la comunidad de las personas individuales que pertenecen a dicho pueblo. En esa época Steiner era contrario a detenerse en contemplaciones filosóficas; lo que deseaba era interpretar correctamente los fenómenos naturales, por lo que sintió la necesidad de profundizar en el estudio de las ciencias naturales, en especial en Anatomía y Fisiología. Contemplando espiritualmente las manifestaciones del alma (pensar, sentir y querer) se formaba en él un cuadro vivo del “ser espiritual del hombre”: veía fuerzas creadoras que evocaban al “hombre como espíritu”. La manifestación sensorial del ser humano se le completaba, entonces, con la forma espiritual que percibía en el mundo sensible; la Anatomía y Fisiología le conducían hacia esa forma sensible-suprasensible, comprendiendo que la verdadera concepción de la Naturaleza y del espíritu percibe dicha forma como intermedia entre los seres sensoriales y los espiritualmente perceptibles. Ante el alma de Steiner surgía la idea de un mundo sensible sediento de espíritu, anhelante de belleza y verdad. Comprendía que dicho mundo sensible no era la verdadera realidad: el alma humana aparece como verdadera realidad cuando activa un pensar que se despliega en una actividad libre que se eleva por encima del mundo sensible. En este pensar “independiente de los sentidos” el alma se encuentra en la esencia espiritual del mundo. Para Steiner no existen límites al conocimiento: la verdadera realidad debe buscarse en el interior del ser humano. El hombre, al nacer, entra en la existencia terrenal y, al evolucionar, desarrolla el conocimiento del mundo. En primer lugar se le abre la percepción sensorial, que no abarca todo el contenido del mundo, creando una imagen ilusoria del mismo; con el pensar independiente de los sentidos, afirma Steiner, la ilusión se impregna de realidad, y deja de ser ilusión. El Espíritu humano que se auto experimenta en su alma encuentra entonces el espíritu del mundo que ya no se oculta detrás del mundo sensible, sino que vive y despliega su esencia en él. A la edad de 30 años, quería mostrar, sobre todo, que la esencia de la naturaleza del mundo sensible es verdaderamente espiritual, es Espíritu. Veía al místico como a alguien que no se puede orientar en el mundo de las ideas (en el que vive el espíritu). Le parecía señal de pobreza espiritual el querer sumergirse en el alma carente de ideas, para lograr la satisfacción anímica. Pensaba que se puede llegar a la misma forma de vivencia interior si uno se sumerge profundamente en el alma con pleno y claro contenido del mundo de las ideas. Su concepción del mundo se basaba en una vivencia mística de las ideas, pudiéndose llegar a lo espiritual por el camino del conocimiento. La confluencia de la verdadera realidad del mundo exterior, con la verdadera realidad en el interior del alma, sólo se logra, para la conciencia cognoscitiva, mediante una intensa actividad espiritual del alma. Es la etapa de la vida de Steiner en la que escribe su “Filosofía de la Libertad”, o filosofía de la actividad espiritual, basada en la experiencia que consiste en el entendimiento de la conciencia consigo misma. Intenta demostrar que la libertad se ejercita en la voluntad, se vivencia en el sentir y se conoce en el pensar. Los pensamientos reciben la vivencia y se asemejan a la vivencia exterior sensorial del mundo; entonces ya no se hace distinción entre la cognición de la Naturaleza y la del Espíritu (que es la metamorfosis de la Naturaleza). En una disertación sobre la “Fantasía como creadora de la Cultura” Steiner manifiesta que la fantasía es la puerta por la cual las entidades espirituales creadoras penetran en la evolución de las culturas a través de los hombres. Una parte de la fantasía se desarrolla en la vida de los sueños: las impresiones sensorias de la vida amortiguada en la conciencia onírica, se transforman en cuadros alusivos de la vida de vigilia. Los procesos corporales internos se presentan en imágenes simbólicas. Al soñar, la conciencia está semiamortiguada, se hunde en la realidad físico-sensoria y contempla allí el predominio de lo espiritual sobre la existencia sensible. En la fantasía el alma se eleva por encima del estado de conciencia común. La conciencia no llega hasta la visión del mundo espiritual, pero lo vivencia en cuadros basados en el mundo sensible. Las creaciones de la fantasía se convierten en producciones del mundo espiritual, sin que éste penetre en la conciencia del hombre. Según Steiner, es uno de los caminos que toman las entidades espirituales para trabajar en la evolución de la vida. El hombre capta la parte física de la realidad por medio de los sentidos, y la parte espiritual “desde dentro” por la percepción espiritual. Todo lo que se experimenta, afirma, aparece entonces como un único mundo en el cual lo sensible representa el espíritu, y el espíritu se revela creador en lo sensible. Para Steiner, la esencia del ”mundo exterior” se percibe siempre cuando uno puede entregarse a ella con amor, aunque deba volver siempre al mundo interior del espíritu. Así se aprende a vivir verdaderamente en lo espiritual. Pone de manifiesto Steiner que se ha llegado a una concepción de la Naturaleza que quiere explicar la evolución del mundo ignorando su contenido espiritual-moral. El pensamiento se basa sobre la hipótesis del origen puramente material del mundo, siendo entonces lo espiritual-moral resultado de la obra de la naturaleza. Su concepción espiritual enseña, al contrario, que por encima del acontecer natural y de la ética espiritual existe una verdadera realidad que se manifiesta moralmente, y que la actividad moral también tiene el poder de transformarse en un acontecer que se desarrolla como acontecer natural. Detrás del mundo sensible no existe algo desconocido, sino que dentro de él se haya el mundo del espíritu, n el que se fundamenta el mundo humano de las ideas. Para Steiner, la meta del proceso cognoscitivo es lograr la vivencia consciente del mundo espiritual, ante la cual todo deviene espíritu. En su “Filosofía de la Libertad”, busca encontrar el espíritu mediante la ampliación de la conciencia, cómo en la experiencia subjetiva se enciende la luz del espíritu, que el mundo sensible es esencialmente espiritual, y que el hombre, como ser anímico vive y se desenvuelve en un elemento espiritual por medio de la verdadera cognición del mundo sensible. De igual forma que el hombre experimenta los colores, sonidos, etc. en su vivencia consciente, también puede vivenciar ideas puras, independientes de toda percepción exterior y con vida propia. Y en estas ideas se encuentra el verdadero espíritu. En ellas se ilumina la naturaleza entera ante el conocimiento, la materia aparece entonces como mera ilusión o apariencia, y todo ser físico se descubre como espíritu. Debido a la experiencia espiritual que se abría a la videncia inmediata que Steiner poseía, según relata, veía la Naturaleza como espíritu y su afán era el crear una ciencia natural acorde con el espíritu. Para lograr una real vivencia de lo espiritual es necesario desarrollar las fuerzas cognoscitivas de la imaginación, inspiración e intuición, tal como enseña de forma práctica en su libro “¿Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores?, pero señala que la primera chispa de la revelación espiritual que surge en el hombre que se sabe libre, llega de la “fantasía”, que alejada de lo fantasioso, se convierte en imagen de la realidad espiritual. Proceso de maduración espiritual Relata Steiner que, alrededor de los 35 años, comenzó a operarse un profundo cambio en su alma, caracterizado porque su poder de observación de las cosas, los seres y procesos del mundo físico adquirió mayor penetración y exactitud, tanto para la vida exterior como para las ciencias. Cuenta que, con anterioridad, su alma asimilaba sin esfuerzo las cuestiones científicas asequibles a la comprensión espiritual, pero la percepción sensorial y la memorización le costaba grandes esfuerzos. Se despertó en él una atención, antes desconocida, para la percepción sensorial. El mundo espiritual y el sensible se le presentaron entonces, en su total contraste, delante del alma: comprendió que el mundo entero, fuera del hombre, es un enigma, y que la solución está en el hombre mismo. El conocimiento llegó a ser para Steiner un factor que no pertenecía únicamente al hombre, sino también al ser y a la evolución del mundo. El hombre no es el ser que ”crea” el contenido del conocimiento para si, sino que él ofrece en su alma el escenario en el cual el mundo vivencia, en parte, su existencia y su devenir. El conocimiento que vive en el alma humana debe ser tan lúcido y claro como lo son, a su modo, los objetos y procesos físicos. En la vida del alma de Steiner surgió, como necesidad existencial, algo que exigía la meditación, de capital importancia para el conocimiento del mundo espiritual. En el ejercicio de la meditación, nacida de una real necesidad espiritual de la vida, se desarrolla progresivamente, según Steiner, la conciencia de un “hombre espiritual interior”, que puede vivir, percibir y moverse totalmente desprendido del mundo físico. El modo de pensar materialista mira la materia y no percibe que, en realidad, está ante el espíritu que aparece solamente en la forma material. No sabe que el espíritu se transforma en materia, para lograr las maneras de obrar que sólo son posibles en esta transformación. Desvela Steiner que el espíritu debe adoptar peimero la forma del cerebro material para conducir en él la vida del mundo intelectual, que confiere al hombre la autoconciencia, gracias a la cual puede obrar con libertad en su vida terrenal. En el cerebro el espíritu emerge de la materia, pero sólo después de que el cerebro físico haya surgido del espíritu. Lo que aparece en el hombre como espíritu, y subyace en la naturaleza, no es espíritu ni naturaleza, sino completa unidad de ambos, espíritu creador, que creando, engendra la materia, y que debido a ello es, al mismo tiempo, materia que se muestra totalmente como espíritu. Su concepción religiosa Relata Steiner que, en un principio, observaba que en las enseñanzas del mas allá que se profesaban en las distintas confesiones religiosas, todas se referían a un mundo espiritual inaccesible a las fuerzas espirituales humanas. El contenido de la religión, las leyes morales que ésta daba, vendrían de revelaciones que llegarían al hombre desde fuera. Se oponía a esta interpretación, dada su concepción del espíritu, que quería vivenciar tanto el mundo espiritual como el sensible en las percepciones hechas en el hombre y en la naturaleza. No admitía el recibir la vida moral desde fuera, mediante mandamientos, sino a través del desarrollo del ser humano anímico-espiritual, en el que vive lo divino. En la transición de los siglos XIX al XX comienza a germinar en el alma de Steiner la visualización cognoscitiva del verdadero contenido crístico, adquisición directa del mundo espiritual. Considera fundamental para la evolución de su alma el encuentro en espíritu ante el Misterio del Gólgota, como suceso trascendental para toda la humanidad, a la que habría de traer una nueva luz. El conocimiento espiritual Para poder desarrollar una actividad pública dedicada al conocimiento espiritual, Steiner comprendió que debía romper con la tradición de mantener lo exotérico estrictamente separado de lo esotérico. Pensaba que las condiciones de la vida del presente ya no permitían la conservación de secretos, como en los tiempos antiguos. Había que publicar todo lo esencial e introducir a los hombres, gradualmente, en el conocimiento espiritual, empezando por los grados inferiores de la ciencia espiritual, para luego pasar a los superiores. Manifiesta que no aceptó nada del antiguo saber, por lo que no tenía compromiso de mantener nada secreto. Su conocimiento del espíritu provenía de su propia videncia investigadora. Completamente seguro de que hacía lo correcto, consideró llegada la hora de hacer pública la ciencia espiritual, con la ilusión de integrar en la vida los impulsos del mundo espiritual. Afirma que nunca se comprometió en sectarismos dogmáticos y que siempre fue un hombre que decía lo que creía poder decir, según sus propias experiencias del mundo espiritual. Que no hubo contradicciones en su evolución (de lo que fue injustamente acusado), sino que su camino avanzaba de forma que iba encontrando nuevos conocimientos a añadir a los que ya vivían en su alma. Exploró con viveza nuevos campos espirituales, no por el camino místico del sentimiento, sino por el de un pensar lúcido como el cristal, según relata en su autobiografía. La vivencia de los conceptos, de las ideas, le conducían de lo conceptual a lo espiritual real. La influencia de Goethe y la creación del ser humano Steiner veía en la concepción de la naturaleza cultivada por Goethe algo verdaderamente espiritual. Sintió una necesidad interior de estudiar a fondo las obras científico-naturales de esta gran personalidad, en la que había reconocido a un ser capaz de entender la particular relación espiritual que el hombre guarda para con la Naturaleza, que había podido incorporar realmente el conocimiento de la misma al dominio total del quehacer humano. En Goethe las ideas habían tomado vida en su espíritu, transformándose en “figuras vivientes de ideas”, descubriendo como debe de pensarse acerca del mundo orgánico para alcanzarlo con el conocimiento. Coincidía con él en que, en la naturaleza humana animal, lo humano era una transmutación del ser animal en algo mas elevado: todas las formaciones animales se encuentran también en las humanas, pero en un grado superior, de modo que el organismo humano pueda convertirse en el portador del espíritu. Las fuerzas creadoras orgánicas evolucionan gradualmente, espiritualizándose cada vez mas al ascender desde el reino vegetal a las diversas formas animales. En la forma orgánica del hombre obran fuerzas creadoras espirituales que provocan metamorfosis de la formación animal. Estas fuerzas obran en el organismo humano trasformándolo, independientemente de la naturaleza, manifestándose como espíritu humano. En la idea de Goethe, la forma animal es una creación del espíritu. La visión de Steiner se identificaba plenamente con esta concepción goetheana: el espíritu que vive en el hombre transforma la forma animal de manera que no sólo aparece como ente creador, sino también autoconsciente. Su trabajo sobre los escritos científicos de Goethe le indujeron a profundizar en el estudio de la teoría del conocimiento, con la publicación, en 1886, de una “Gnoseología fundamentada en la concepción goetheana del mundo”. Para Steiner estaba claro que la evolución no era algo supeditado a meras leyes orgánicas y mecanicistas, sino algo conducido por jerarquías espirituales, desde los seres vivos mas simples pasando por los mas complejos, hasta llegar al hombre. Relata Steiner como, mas tarde, llegó a la percepción imaginativa de que en los tiempos primitivos existió una esencialidad distinta de los organismos simples, teniendo conciencia de que el hombre como ente espiritual es mas antiguo que todos los demás seres vivos, y que tuvo que separase del ser cósmico que le contenía, junto con los otros organismos, para tomar su configuración física actual. Los otros organismos son residuos de la evolución humana: no produjeron ellos al hombre, sino que éste los dejó atrás para poder formar su figura física como expresión de su ser espiritual. De esta forma pudo Steiner lograr el conocimiento del hombre como ser macrocósmico, que encierra en sí todo el restante mundo terrenal, separándolo luego de su entidad para transformarse en microcosmos. Videncia e investigación espiritual Cuenta Steiner en su autobiografía que estaba completamente seguro de que en nuestro tiempo la experiencia vidente del mundo espiritual tenía que vivirse en el alma consciente. Captaba un conocimiento espiritual antiguo de la humanidad que tenía carácter de ensueño. Se percibían imágenes del mundo espiritual que no eran desarrolladas por la voluntad cognoscitiva con plena claridad del pensamiento, ya que entraban en el alma como ensueños enviados desde el cosmos. Este antiguo conocimiento se perdió en la edad media. La misión del conocimiento en la actualidad es acercarse al mundo espiritual con una conciencia enteramente despierta. Afirma Steiner que en la Sdad.Teosófica no comprendieron esta nueva forma de conocimiento del espíritu, en la que reinaba una antipatía al respecto, una de las causas de su alejamiento de la misma. Por medio de múltiples procesos de imaginación, inspiración e intuición fué Steiner poco a poco adentrándose en el mundo del espíritu, lo cual iba reflejándose en sus libros y escritos. De 1901 a 1908 cuenta que se encontraba con todas sus fuerzas anímicas bajo la impresión de los seres y los hechos que venían hacia él desde el mundo espiritual; no obstante, siempre quiso hacer justicia al método científico reconocido, adaptando las verdades descubiertas a la observación del mundo sensible y a los resultados de la ciencia física. Tras el estudio de lo que proviene de la observación de los fenómenos físicos las ideas adquieren una vida interior independiente al liberarse de los sentidos, y entonces nos percatamos de dichas ideas liberadas, que viven y tejen en el alma, vivenciándolas al igual que vivenciamos los colores, sonidos y demás sensaciones. En las ciencias naturales no se da por concluido un conocimiento hasta finalizar todos los experimentos y observaciones necesarias, y hasta completar los cálculos y datos con exactitud. Según Steiner, la investigación espiritual, al principio, es algo borroso y opaco, ya que la conciencia aún no tiene el poder de aprehender el contenido espiritual de las visiones. El alma, en sus profundidades espirituales, debe convivir en el mundo espiritual sin el estorbo de la conciencia. En la ciencia espiritual se precisan la misma rectitud de conciencia y metódica disciplina del conocimiento que en las ciencias naturales. Por ello Steiner propugna examinar la conciencia en cuanto a su relación con la verdad a conocer, y saber esperar con paciencia, tenacidad y justeza hasta que se pase el examen de la conciencia, que entonces debe haber fortalecido su capacidad conceptual lo suficiente para introducir en ella la videncia sometida a prueba. Dicho de otra forma: Hay que acercarse con paciente espera a una observación espiritual, y tras lograr la madurez de la conciencia, es necesario movilizar las ideas para introducir dicha observación visualizada en el dominio del conocimiento humano. Libros y escritos antroposóficos En ”¿Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores?” Busca especialmente el fortalecimiento de la profundización interior mediante los ejercicios que contiene, necesaria para poder progresar en el camino espiritual. En su “ Teosofía” afirma Steiner que la videncia espiritual se haya detrás de cada paso dado en el libro, y nada se dice en él que no provenga de la misma. Al comienzo del libro son ideas científico-naturales, para luego elevarse estructuradamente de lo sensorial a los mundos espirituales. Epílogo Queremos terminar con algunas palabras que Marie Steiner le dedicó en la publicación de su Autobiografía, y con un poema encontrado tras la muerte de Rudolf Steiner en un cuaderno de apuntes,(*): Su vida estuvo dedicada íntegramente al servicio de la humanidad. Cruzó los límites del conocimiento, conquistándolo para todos con la luz diáfana de su pensamiento. Elevó la inteligencia hacia el espíritu, uniéndola con la esencia espiritual del cosmos. Nos enseñó a comprender el máximo hecho divino. Retribuyó con amor la falta de compresión que le mostraron los hombres. “Quisiera inflamar a todos los hombres /en el espíritu del universo,/ convertirlos en llamas y que , / de su ser / hicieran saltar el fuego... En las aguas del mundo / los demás quisieran / esas llamas ahogar, / para que todo se pudriese / solo / y la corrupción fuese total. ¡Oh júbilo, si la llama / humana despertara / allí donde duerme todavía!. ¡Oh amargo dolor, si el ser / siguiera encadenado / cuando avanzar querría!” Andrés Piñán Sociedad Biosófica |
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